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GUIA Nº 2 DE ARGUMENTACIÓN





GUÍA Nº2  DE PSICOLOGÍA Y FILOSOFÍA
Formación diferenciada Argumentación

Nombre Alumno (a)....................................................   Profesor (a)  Rafael   Silva  C.           Curso: IVº medio A, B, C           

LA DEFINICIÓN


A. AMBIGÜEDAD Y VAGUEDAD

                                                  La ambigüedad y la vaguedad
se parecen en que ambas son muestras de lenguaje impreciso. Sin embargo, hay una diferencia entre ellas. Palabra o expresión ambigua es la que tiene más de un significado. Palabra o expresión vaga es aquella cuyo significado no es claro. El lenguaje ambiguo nos enfrenta a varios significados, entre los que no es fácil determinar el correcto. La vaguedad nos enfrenta con la tarea de ir en búsqueda del significado. La frase “¡Ese libro es tremendo!”, sería ambigua. “¡Qué libro!… ”, sería vaga.
            
             La ambigüedad se debe a veces a la falta de un contexto conocido. Pero una vez  establecido éste, el  significado se hace claro (“Le entregó la carta” es una expresión ambigua hasta que sabemos que es el cartero el que realiza la acción y no el mozo del restaurant).

             Distinto es el caso de las palabras vagas, algunas de las cuales son siempre  vagas, independientemente del contexto en el cual se encuentran, porque su significado no es solamente  indeterminado (la definición de la palabra “rico”, por ejemplo, no establece cuánto dinero o bienes debe tener una persona para ser calificada correctamente como una persona rica) sino indefinidos (indefinibles??).

             En muchos casos la vaguedad no se debe a la falta de claridad de la palabra o expresión, sino al uso que ha tenido en diferentes épocas (“fino”,  “elegante”,  “grande”). Otras palabras son vagas porque han ido adquiriendo muchos significados, por lo que han perdido la precisión que una vez tuvieron (“arte”, “democracia”, “progreso”, “cultura”).Finalmente existen algunas palabras que son a la vez ambiguas y vagas, como por ejemplo “artista”. 

Extractado y traducido por Unidad de Currículum y Evaluación  , Mineduc de S. Morris Engel, With Good Reason: An
Introduction to Inform alFallacies,St.M artin’sPress,N ew York,1994.pag.51-52.

B. VAGUEDAD

             (La) falta de precisión en el significado (designación) de una palabra se llama a vaguedad: una palabra es vaga en la medida en que hay casos (reales o imaginarios, poco importa) en los que su  aplicabilidad es dudosa; o, por decirlo en términos lógico-matemáticos, no es decidible sobre la base de los datos preexistentes, y sólo puede resolverse a partir de una decisión lingüística adicional.

             Si nos proponemos hacer una lista de palabras vagas, probablemente tardaremos  mucho: como  la piedra de toque de la vaguedad consiste en imaginar algún caso dudoso y la imaginación es inagotable, veremos que prácticamente todas las palabras son vagas en alguna medida. Tomemos como ejemplo una palabra bien conocida, como “libro”, que se refiere (más o menos, aquí está la dificultad) a un conjunto de muchas hojas impresas, encuadernadas juntas y con cubierta. Y empecemos  a imaginar problemas:

a) ¿Muchas hojas? ¿Cuántas? Un conjunto de dos hojas no sería llamado libro, pero, claro está, dos hojas no son muchas. ¿Cinco hojas, entonces? ¿Diez? Doscientas hojas pueden hacer un libro. ¿Y ciento cincuenta, ochenta, sesenta? Un conjunto de cincuenta hojas ¿es un libro o un folleto? Si es un folleto, ¿qué tal si suponemos  cincuenta y cinco ?Aquí llegaremos inexorablemente a algún número que nos parezca dudoso.

b) ¿Impresas? En  la Edad Media había libros escritos a mano. Claro que ésta también es una forma  de imprimir, en sentido amplio.¿Y si es perforado en sistema Braille para ciegos?¿O sino todas las hojas están escritas ,sino sólo la mitad? Además,¿no existen también libros en blanco, donde las hojas están dispuestas para ser llenadas por su dueño con un diario personal ,por ejemplo?

c) ¿Encuadernadas? Esto no quiere decir necesariamente cosidas: hay libros en los que las hojas van unidas con ganchos. U n conjunto de trescientas hojas con una perforación en la esquina y unidas por un simple alambre ¿sería un libro?¿Y si las hojas estuviesen sueltas, pero debidamente numeradas y contenidas en un estuche de cuero con el nombre de la obra en la cubierta?

d) El requisito de llevar cubierta da lugar para reflexiones semejantes que dejaremos al lector imaginar por su cuenta. El significado de las palabras, pues, suele presentarse -según una clásica comparación con una luz  proyectada sobre una superficie.  Habrá una parte claramente iluminada en el centro, y en torno seguirá reinando la oscuridad .Pero entre claridad y oscuridad habrá un cono de penumbra, en cuyo ámbito el objeto iluminado será visible, aun que no con la misma facilidad .Del mismo modo, y para cada palabra, existe un conjunto central de caso sen los que el nombre resulta aplicable: encajan sin dificultad en los criterios usuales, y estamos habituados a aplicar el vocablo a tales situaciones. Habrá un número infinito de casos (el entorno) a los que no aplicaríamos la palabra en modo alguno. Pero existe también un cono de vaguedad, donde nuestros criterios resultan insuficientes y los casos no pueden resolverse sin criterios adicionales más precisos.

http:/www.geocities.com /apuntes y ejercicios/Semantica.htm ,4 de Julio de 2002.


C.   AM BIGÜEDAD

             Si la designación de las palabras suele resultar insuficiente en gran número de casos, la situación se complica cuando una palabra tiene dos o más designaciones.
             La condición de una palabra con más de un significado se llama polisemia o, más comúnmente ambigüedad. “Vela”, por ejemplo, puede designar un cilindro de cera con un pabilo en su interior que sirve para iluminar, un lienzo que se ata al mástil de una nave para aprovechar la fuerza del viento, o bien la actitud de alguien que cuida a una persona o cosa durante la noche.

             Desde luego, la ambigüedad de una palabra no constituye una vacuna contra la vaguedad, sino
Que tiende a multiplicarla. Una palabra ambigua puede ser vaga (y generalmente lo es) en cada una de sus distintas acepciones. En el ejemplo ya apuntado, podríamos dudar sobre si una camisa, amarrada por un náufrago al mástil de su improvisada balsa, es una vela; o si un cirio, habida cuenta de su gran tamaño, puede ser llamado vela; o si corresponde decir que pasó la noche en vela un juerguista que llega a su casa a las nueve de la mañana, borracho y con una media de mujer colgando de un bolsillo.

             La ambigüedad proviene muchas veces de la extensión de un nombre a diversos aspectos o elementos de una misma situación. A sí, por ejemplo, llamamos corte al acto de cortar e incluso al filo de la herramienta con la que cortamos. Otras veces la polisemia es un accidente en la evolución de las palabras a partir de distintas etimologías: las acepciones de “corte” que acabamos de señalar provienen del verbo latino curtare; pero el significado de “corte” como séquito del rey, o  como tribunal de justicia, proviene del latín cors,  cortis, o cohors, cohortis. Cada uno de estos vocablos evolucionó a su modo en el idioma castellano y ambos coincidieron finalmente en la forma corte.

             Pero la voluntad del hombre colabora también en la producción de ambigüedades a través del lenguaje figurado. Así podemos dar a alguien una mano sin necesidad de extender la diestra, correr un riesgo sin pretender alcanzarlo y aclarar algún punto oscuro sin gastar en electricidad.

             El colmo del lenguaje figurado es la metáfora, figura que parece decir una cosa para que se entienda otra, creando entre ambas un sutil y acaso fugaz vínculo de significado a la vez que sugiere vagas semejanzas. La poesía está repleta de ejemplos de esta técnica lingüística de la ambigüedad deliberada:

Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo su carne,
Huele a caballo y asombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.

             Podríamos traducir los dos primeros versos como “los gallos cantan al alba”; pero, si lo hiciéramos, el fantasma de Federico no nos daría tregua. No porque tal traducción fuese incorrecta, sino porque la gracia del lenguaje poético reside aquí en  la metáfora, que, a la vez que implica que los gallos cantan al alba, nos permite comparar su canto con el golpe de una piqueta sobre la tierra y sugerir que el gallo busca deliberadamente el día mediante el canto como quien cava en busca de un tesoro escondido. Un análisis semejante de los demás versos puede quedar librado a la discreción del lector.

http://www.geocities.com /apuntesyejercicios/Sem antica.htm ,4 de Julio, 2002.


Ambigüedad y vaguedad en distintos ámbitos


a) En muchas ocasiones debe advertirse el contexto.







b) Diferentes formas de asumir una pregunta





c) Escher, Manos dibujando.¿Cuál dibuja a cuál?





d) Frases y expresiones conocidas – ¿vagas? ¿Ambiguas? ¿Cuán utilizadas?
• “Voy y vuelvo.”
• “Nos vemos.”
• Dos amigos se encuentren y deciden volver a reunirse. “Juntémonos uno de estos días”. “Ya, nos hablamos.”

Características y reglas de la definición “El enfoque aristotélico”


             Una definición es la afirmación de que una palabra o frase tiene el mismo significado que otra palabra o frase. Consta de tres elementos: la expresión definida, la expresión que define y la afirmación de que la expresión definida tiene el mismo significado que la expresión que define.

             La definición responde entonces a la pregunta por el “qué” de una cosa, por la esencia: “qué es”. Para que la definición sea correcta, es decir, para que delimite exactamente al objeto, separándolo de todos los demás, debe cumplir con ciertas condiciones: las reglas de la definición.








REGLAS  DE  LA   DEFINICIÓN

1. Debe ser más clara que lo definido: no debe estar expresada en un lenguaje oscuro o ambiguo (“un prefacio es un prolegómeno” no cumple con esta condición).

2. No debe ser circular: la palabra definida no debe estar en la definición (“un sillón victoriano es un sillón”, no cumple con esta condición).

3. Debe convenir a todo lo definido y sólo a lo definido. Es decir, no debe ser demasiado amplia ni demasiado estrecha (“la Historia es la disciplina que trata del hombre”, es demasiado amplia; “la Historia es la disciplina que trata de las guerras”, es demasiado estrecha).

4. No debe ser negativa: debe decir lo que el término es y no lo que no es (“un perro no es un gato”, no cumple con esta condición).

5. Debe indicar los atributos esenciales: debe definirse, en la medida de lo posible, señalando el género próximo y la diferencia específica (“una ballena es un ser que vive en el mar”, no cumple porque el género a que remite es muy lejano. “Una ballena es un mamífero grande”, no cumple porque no establece la diferencia con las otras especies dentro del género).

Elaboración Unidad de Currículum y Evaluación, Mineduc, 2001.


Cómo se hacen los diccionarios y sus definiciones

             … En primer lugar hay que leer enorme cantidad de literatura sobre el período o tema a que se refiere el diccionario. Al mismo tiempo, se van haciendo fichas de cada palabra extraña o interesante, del empleo peculiar de un vocablo común, de sus numerosos empleos corrientes y de frases en que aparece. O sea, se toma nota del contexto de cada palabra, no sólo de la palabra aislada. Para redactar un diccionario verdaderamente detallado, como el de la Academia Española, se necesitan millones de fichas, y la tarea de componerlo dura decenios.(… )

             Así pues, para definir una palabra se estudia el conjunto de fichas sobre ella: cada una representa el empleo de la palabra en cuestión por un autor de algún prestigio en el campo de la literatura o la historia. Se leen las fichas cuidadosamente, se descartan algunas de ellas, vuelven a leerse las que quedan y se clasifican según las diversas acepciones de la palabra. Finalmente, se redacta la definición a base de la regla rigurosa de respetar el significado que se deduce de las citas diversas. No puede el autor del diccionario, ni sus diversos colaboradores, dejarse influir por lo que él cree que deberían significar las palabras. Tiene que atenerse a las fichas o abandonar la tarea.

             Por tanto, la preparación de un diccionario no consiste en formular declaraciones autorizadas sobre “el verdadero significado” de las palabras, sino en tomar nota de lo que han significado para los escritos antiguos y  modernos. El autor de un diccionario es un historiador, no un legislador. Si, por ejemplo, escribiésemos un diccionario en 1890, y hasta1919, podríamos decir que la palabra “radiar” significaba “despedir o arrojar rayos de luz o calor”, no estaríamos en condiciones de decretar que, a partir del año 1921, ese verbo iba a significar la transmisión de mensaje o música por radio.

Samuel I. Hayakawa, E l Lenguaje en el Pensamiento y la Acción, págs.53-54.





Clases de definición

a) Definiciones estipulativas.

             Podemos definir una palabra completamente nueva, inventada con fines teóricos o prácticos, la que hasta el momento de introducirla en una conversación, ensayo, tratado científico u otro contexto no tenía ningún significado específico y por lo tanto se le puede dar el significado que se desee. Así, podemos estipular arbitrariamente cualquier significado para dicha palabra.

b) Definiciones descriptivas

             Hay ocasiones en que conocemos el significado de una palabra pero desconocemos los límites de su aplicación y por esta razón la definimos describiendo, con cierta originalidad, su significado ya aceptado o su uso ya establecido. Dichas definiciones se utilizan con el objeto de aclarar de mejor modo la palabra que se desea definir para lograr eliminar la vaguedad de la misma.

c) Definiciones ostensivas

             Son procesos mediante los cuales se enseña a una persona a comprender una palabra utilizando medios diferentes, como gestos o indicaciones, que no requieren del uso de palabras.

d) Definiciones por sinonimia
            
             El método más directo y más frecuente para definir una palabra es aquel en que se define una palabra en términos de otra que tiene el mismo significado que la que se desea definir, es decir, se define una palabra desconocida en términos de una que es conocida. Esto se conoce con el nombre de definición por sinonimia.

             Si bien estas definiciones prestan cierta utilidad cada vez que desconocemos el uso común de cierta palabra, ellas se ven limitadas por el hecho de que no todas las palabras tienen sinónimos exactos.

e) Definiciones por género próximo y diferencia específica

             En ellas se destaca la esencia de lo que se intenta definir. Se comienza por indicar el género o la clase de cosas a que pertenece lo que se quiere definir, estableciendo a continuación en qué sentido lo que se intenta definir es diferente de los otros componentes del género. La clásica definición “el hombre es un animal racional” corresponde a una de este tipo.

Elaboración Unidad de Currículum y Evaluación, Mineduc,2001.


Definiciones ostensivas y definiciones verbales

             Las definiciones más comunes (las que encontramos en los diccionarios, por ejemplo) son verbales: comunican el significado de una palabra a través de otras palabras. Pero existe otro modo de definir una palabra. Cierta tira cómica mostraba una vez un jugoso diálogo entre la profesora de filosofía y una alumna:
Profesora: La filosofía no tiene por objeto proporcionar respuestas, sino enseñara formular buenas preguntas.
Alumna: ¿Qué es una buena pregunta?
Profesora: Esa es una buena pregunta.

             Dejando de lado la gracia bastantes útil del chiste, la profesora no explicó cuáles son las características que  hacen que califiquemos una pregunta como buena, sino que señaló un ejemplo de lo que podía entenderse por “buena pregunta”. Esta es una definición ostensiva (del latín ostendere, mostrar). En efecto, este tipo de definición tiende a mostrar ejemplos, de modo que generalmente requiere algún tipo de gesto (señalar con el índice, por ejemplo).

             Se trata de un caso especial de lo que alguna vez se ha llamado función explicativa del ejemplo. La persona a quien el ejemplo va dirigido aísla, mediante una operación intelectual propia, las características definitorias del caso propuesto, a la vez que desecha toda cualidad ajena al concepto genérico principal. Con el fin de facilitar esta operación, se proponen a veces varios ejemplos cuyas características concomitantes difieren. A sí, si queremos proporcionar una definición ostensiva de la palabra “papel”, podemos señalar los siguientes ejemplos:

             Una hoja de cuaderno en blanco
             La página de un libro
             Un pliego de papel de seda

             Nuestro interlocutor, entonces, desechará las cualidades que no son comunes a todos los ejemplos, tales como:
            
tamaño
forma
rayado
escritura
resistencia
transparencia

             Muchas veces, sin embargo, repropone un solo ejemplo y se deja librada al buen sentido del oyente la aprehensión de sus características definitorias, en la confianza de que podrá llevar a cabo la operación relacionando el caso propuesto con la expresión a definir, que se supone al menos parcialmente comprendida de antemano. Una vez en posesión de tales características, estaremos en condiciones de aplicarlas por analogía a otros objetos. En el caso anterior, verbigracia, podremos llamar papel al de diario, al manteca y al canción.
            
             Claro está que el ejemplo, como método de definición, no tiene una precisión comparable al de la definición verbal. Los ejemplos, por sí solos, constituyen un medio poco seguro de transmitir los conceptos, porque la delimitación de las características definitorias depende del juicio más o menos aleatorio de quien recibe la definición ostensiva. Así, el que hubiese aprehendido el concepto “papel” por medio de los ejemplos anotados más arriba puede llamar papel a una lámina de celuloide, o excluir de tal denominación al papel de embalar por ser de distinto color que aquellos que se le propusieron como ejemplos. Esta insuficiencia hace que muchos se resistan a llamar definición a la ostensiva; pero, como ya estamos en condiciones de juzgar, tal controversia no versa sobre la realidad sino acerca de clasificaciones (concretamente, sobre la definición de “definición”), y es, por lo tanto, una cuestión de mera preferencia.

             Lo expuesto llevaría a suponer que es mejor recurrir a las definiciones verbales que utilizarlas ostensivas. Algo de esto hay, por cierto; pero ocurre que también las definiciones verbales tienen su inconveniente.

             Supongamos, en efecto, que           buscamos en el diccionario una definición verbal de “osería”, y la  encontramos: “cacería de osos”. En lugar de una palabra, tenemos ahora tres. Buscamos “cacería”: “partida de caza”. Buscamos “oso”: “mamífero carnicero plantígrado”.  Ya son seis palabras.  A medida que requiramos definiciones de cada una de las palabras que hallamos en cada definición, encontraremos más palabras y nuestro problema no hará más que multiplicarse. Si tenemos la paciencia de seguir el juego indefinidamente veremos que las palabras empiezan a repetirse y que, en resumidas cuentas, las definiciones del diccionario dependen unas de otras de manera circular.

             Resulta de aquí que, si nos encontramos con un individuo que no conoce una sola palabra de castellano, será inútil proporcionarle un diccionario: las vinculaciones entre unas definiciones y otras formarán un blindaje que su ignorancia no podrá penetrar. Nosotros sí podemos, porque conocemos de antemano una buena cantidad de las palabras con que el diccionario define las demás. Pero ¿cómo llegamos a conocer el significado de esas palabras?

             A través de definiciones ostensivas. La educación que hemos recibido desde el momento mismo de nuestro nacimiento está repleta de definiciones ostensivas, no siempre deliberadas, que vamos extrayendo de las conversaciones de nuestros mayores. Un ejemplo muy claro de este procedimiento aparece en un clásico de la cinematografía infantil: la película Bambi, de Walt Disney. En ella el conejo Tambor enseña a hablar al pequeño Bambi; le muestra una mariposa, y luego una flor, a la vez que pronuncia sus nombres. Pero el cervatillo no capta rápidamente los límites de cada concepto, y así llama flor a un simpático zorrino, que termina adoptando “Flor” como nombre propio.

             Las definiciones ostensivas, en resumen, resultan indispensables para aprender un lenguaje sin tomar otro lenguaje como punto de apoyo; pero salvada esta etapa es preferible, cuando se puede, acudir a las definiciones verbales.

Http://www.geocities.com /apuntesyejercicios/Semantica.htm ,4 de Julio de 2002.


Wittgenstein sobre las definiciones ostensivas

             ¿Y cómo debe funcionar, pues, la definición ostensiva? Supongamos que quiero explicara alguien el número “2” y señalo dos nueces. Pero aquel a quien doy esa definición puede suponer que con la palabra “dos” me refiero a ese grupo de nueces. O bien, cuando quiero explicarle ostensivamente: “Esto son nueces”, él puede suponer que con ello me refiero al número “dos”.
              
             Quizás se diga: Hay que definir el dos diciendo: este número se denomina dos. Pero entonces ha de estar ya explicada y comprendida la palabra número.

Ludwig Wittgenstein, Investigaciones Filosóficas, 29.

¿Qué es el significado de una palabra?


             Ataquemos este problema preguntando, en primer lugar, qué es una explicación del significado de una palabra; ¿a qué se parece la explicación de una palabra?

             La forma en que esta pregunta nos ayuda es análoga a la forma en que la pregunta“¿cómo medimos una longitud?”  Nos ayuda a comprender el problema de “¿qué es longitud?”.

             Las preguntas“¿qué es longitud?” “¿qué es significado?”, “¿qué es el número uno?”, etc. Producen en nosotros un espasmo mental. Sentimos que no podemos señalara nada para contestarlas y, sin embargo, tenemos que señalara algo (… )

             El preguntar en primer lugar “¿qué es una explicación de significado?” tiene dos ventajas. En un cierto sentido, se hace caer por tierra la pregunta “¿qué es significado?”. Pues, sin duda, para comprender el significado de “significado” es necesario comprender también el significado de “explicación de significado”. En pocas palabras: “preguntémonos qué es la explicación de significado, pues lo que esto explique será el significado.”  El estudiar la gramática de la expresión “explicación de significado” enseñará algo sobre la gramática de la palabra “significado” y protegerá contra la tentación de buscar en torno de uno algún objeto al que se podría llamar “el significado”.

             Lo que se llaman generalmente “explicaciones del significado de una palabra” pueden dividirse, muy toscamente, en definiciones verbales y ostensivas. Posteriormente se verá en qué sentido esta división es únicamente aproximada y provisional (y resulta en extremo importante que lo sea). La definición verbal, como nos lleva de una expresión verbal a otra, en un cierto sentido no nos hace progresar. En la definición ostensiva, por el contrario, parecemos realizar un progreso mucho más real hacia el aprendizaje del significado.

             Nos encontramos con la dificultad de que para muchas palabras de nuestro lenguaje   parece no haber definiciones ostensivas; por ejemplo para palabras tales como “uno”, “número”, “no”, etc.

             Problema: la definición ostensiva misma ¿necesita ser comprendida? ¿No puede mal interpretarse la definición ostensiva?

             Si la definición explica el significado de una palabra, no puede ser esencial, sin duda, que se deba haber oído la palabra anteriormente. La tarea de la definición ostensiva es darle un significado. Expliquemos, pues, la palabra “tove” señalando un lápiz y diciendo “esto es un tove”. (En lugar de “esto es tove” podría haber dicho aquí “esto es llamado “tove””. Indico esto para eliminar de una vez por todas la idea de que las palabras de la definición ostensiva predican algo de lo definido; la confusión entre la frase “esto es rojo”, que atribuye el color rojo a algo, y la definición ostensiva “esto es llamado “rojo””). La definición ostensiva “esto es tove” puede ser interpretada ahora de múltiples maneras. Daré algunas de estas interpretaciones y utilizaré palabras españolas de uso bien establecido. Puede interpretarse, pues, que la definición significa:

“Esto es un lápiz.”
“Esto es redondo”
“Esto es madera”
Esto es uno”
“Esto es duro”; etc.,etc.
.
Ludwig Wittgenstein, Los Cuadernos Azul y Marrón, Tecnos, Madrid,1993, Págs.27-28.